Acompaño con respeto la congoja de millones de latinoamericanos por la muerte del líder bolivariano. Millones identifican sus conquistas y los beneficios sociales logrados en la última década con el liderazgo de su presidente.
Chavez entró en escena en uno de los momentos bisagra de Latinoamérica. Su presidencia se anticipó a una de las oleadas más importantes de las últimas décadas contra los gobiernos neoliberales que surgieron tras la contrarrevolución sangrienta de las dictadura genocidas. Las jornadas del 2001 en Argentina, Bolivia desde la guerra del agua al Octubre del 2003, y los sucesivos levantamientos en Ecuador, fueron las acciones independientes de masas más emblemáticas del giro a izquierda que emprendía la región de conjunto en los comienzos del sXXI.
Frente a este fenómeno, Chavez fue uno de los principales arquitectos de las políticas que canalizaron las aspiraciones de millones de pobres, trabajadores y campesinos, hacia el apoyo de candidatos y gobiernos que reconstruyeron la autoridad estatal de las clases dominantes desplazando a los plumíferos del consenso de Washington, y renegociando su sumisión a las empresas y capitales imperialistas con mejores márgenes de negociación: "el socialismo con empresarios". Y fue, dentro de éstos líderes (Lula, Kirchner, Evo Morales...), el que más fricciones tuvo con el imperialismo que intentó derrocarlo con un golpe de estado en el 2002, y que le hizo numerosos boicots como el lock out petrolero del 2003. Reconstruyó el régimen capitalista en Venezuela, barriendo con la constitución bolivariana lo que quedaba del podrido régimen del "Pacto del Punto Fijo", su apoyo fueron siempre una fracción importante de las FFAA y los sectores más empobrecidos de la población. Luego de que las masas movilizadas derrotaran el intento golpista del 2002 y proyectaran a Chavez como líder regional, a la infantil ilusión zapatista de las nuevas generaciones de la izquierda latinoamericana, de cambiar el mundo sin tomar el poder, Chavez le birló la mayor parte de su base y ganó mucha más adhesión en las masas, con el llamado a construir el socialismo del sXXI desde el mismo estado, y con los mismos empresarios.
Su muerte se da en medio de una importante incertidumbre por el fortalecimiento de las derechas escuálidas en la región, y en la propia Venezuela detrás de Capriles. Sus partidarios lo comparan con Bolívar, San Martín y otros próceres de la independencia latinoamericana. Esta postal extemporánea apunta a reforzar la ideología nacionalista sobre la que sus seguidores intentarán mantener la unidad nacional desde el régimen que heredan, sin que esto implique resignar la feroz disputa de sucesión y cuotas de poder dentro del propio régimen chavista. Pero lo cierto es que sus acciones y su rol en la historia están muy lejos de la de estos libertadores y sus gestas militares. Sus políticas en realidad se han asemejado más a los líderes latinoamericanos del sXX, como Perón, Vargas o Cárdenas, cuyos gobiernos fueron desplazados una vez que su función -como mediadores entre el imperialismo y las masas- dejó de ser útil a las burguesías autóctonas y las potencias imperialistas que se jugaban los intereses en la región, y sus regímenes fueron derrocados o reformados a su favor.
Se confunden quienes creen que Chavez muere como un revolucionario socialista. El ejemplo de la revolución cubana y el sacrificio del Che Guevara radicalizaron a cientos de miles de jóvenes en el mundo, fue un llamado al combate contra el imperialismo, las burguesías autóctonas y su estado, a la lucha por la revolución socialista aún cuando su estrategia era radicalmente equivocada. La herencia de Chavez es, por el contrario, un llamado a organizarse en los márgenes del estado y su burocracia, y a disciplinarse a gobiernos de centroizquierda como el kirchnerismo. Un ejemplo que en vida llevó hasta el final: sin destruir el dominio de clase de los explotadores en Venezuela, sin proponerse destruirlo en otros países, y aún promoviendo una resistencia pasiva de las masas y negociaciones "desde arriba" (UNASUR) allí donde sus aliados fueron derrocados por la maquinaria estatal pro imperialista: Honduras y Paraguay.
Chavez muere como un líder popular de su etapa: la de la conciliación de clases pos-neoliberal, y difícilmente tenga superadores en la misma; todos los que le han seguido (Correa, Ortega e incluso Evo) se han parado a su derecha, al igual que las últimas acciones de sus herederos devaluadores. Su remembranza seguirá generando ilusiones en lograr conquistas perdurables reformando los estados semicoloniales hasta que las masas deban defender sus logros y derechos conquistados retomando el camino de las acciones independientes; y la clase obrera vuelva a forjar sus propias aspiraciones revolucionarias, su propio partido, sus propios líderes y sus propios triunfos, retomando las mejores tradiciones de sus gestas en la historia latinoamericana e internacional.
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